Lejos de cuestionar la capacidad goleadora de Martín Palermo, que está fuera de toda discusión desde el mismísimo momento que lleva convertidos más de 200 goles con la camiseta de Boca y está a dos de convertirse en el máximo artillero de la historia del club xeneize), este post intenta analizar un asunto que aún no se ha barajado en los medios.
Sabida es la comparación que se hace desde distintos sectores entre el actual seleccionado y el que ganó la última copa mundial en México ´86.
Que Messi es el Maradona de estos tiempos (incluso desde una página web piden que se deje los rulos).
Que la camiseta es igual a la del ´86.
Que también jugamos contra Corea del Sur.
Que Valeria Lynch vuelva a cantar «Me das cada día más».
Que en el cuerpo técnico está Carlos Bilardo.
Que en la previa del Mundial el equipo era un desastre y era muy criticado como sucede en la actualidad.
Que en las Eliminatorias del ´85 también sufrimos.
Pero hay un detalle que por ahora no se tuvo en cuenta y que, por el bien de Martín, ojalá el cuerpo técnico que encambeza Maradona no lo haga.
Más allá del gol de Bolatti en Uruguay, el gran héroe de las eliminatorias 2010 fue sin dudas Martín Palermo. Su agónico gol frente a Perú le permitió a la selección argentina sumar tres puntos fundamentales de cara a la clasificación.
En las Eliminatorias del ´85, sucedió algo muy similar, también frente a los peruanos y también en el Monumental (aunque en el otro arco). Perú ganaba 2 a 1 y dejaba al equipo albiceleste fuera del torneo (con Maradona, anulado por Reyna, en el campo). Hasta que una patriada de Passarella terminó con un zapatazo cruzado que dio en el palo y fue rodando por la línea, hasta que Ricardo Gareca la mandó al fondo de la red, para delirio de todos los argentinos. Más claro: si Gareca no estaba ahí, la Argentina, y Maradona, no iban al Mundial ´86.
Si cambiáramos el nombre de Passarella por el de Federico Insúa (salvando las distancias del caso) y el de Gareca por Palermo, las jugadas son muy similares. Incluso hay una publicidad de TyC Sports que las compara.
El tema pasa porque a pesar de eso, finalmente Gareca se quedó afuera de la lista que fue a México. Por eso fue que tras el título mundial, el Tigre declaró: «Cuando terminó la final me sentí el tipo más triste del mundo.»
Y dentro del planeta cabulero de Bilardo, si Gareca no fue a México ´86 y salimos campeones, Palermo no debería ir a Sudáfrica 2010.
Por estos días, Maradona declaró que el Titán tiene garantizada su presencia en el Mundial en «un 80 por ciento», algo que Dame Pelota apoya fervientemente y se unió desde un primer instante a la cruzada promovida desde el blog «Palermo a la Selección«. Pero nunca se sabe.
No deja de ser una curiosidad, una observación o una simple estupidez.
Martín Palermo escribío, una vez más, un capítulo inolvidable a su interminable carrera de película.
Cuando parecía que el partido ante Perú terminaba en un amargo, injusto y casi lapidario 1 a 1 que dejaba a la selección argentina casi afuera del mundial, el delantero de los goles increíbles apareció donde tenía que estar, y su amiga la pelota fue, como imantada, directamente a su pie zurdo, tras el desesperado y agónico buscapié de Federico Insúa, a los 47 minutos del segundo tiempo.
Apenas un toque suave le bastó al Titán para hacer explotar el Monumental, que segundos antes se había quedado mudo, como consecuencia del inesperado empate visitante, cuando se cumplía el tiempo reglamentario.
La torrencial lluvia y el viento impresionante que se hicieron presente en el Monumental durante gran parte de la segunda mitad le terminaron de poner el marco épico a la heroica noche de Palermo. Porque cuando el 9 de Boca clavó el 2 a 1 final, apenas si se podía ver lo que pasaba, tanto desde las plateas del estadio como por televisión. Tras la cortina de agua volvió a aparecer el gran goleador del fútbol argentino. El optimista del gol. El Titán. El de los goles inexplicables. El de las hazañas imposibles.
A partir de hoy, el paso de Martín Palermo por la selección será recordado como lo que merecía: como «el autor del gol de la clasificación a Sudáfrica 2010«. Porque salvo una catástrofe en Montevideo, anoche la Argentina logró el pasaje al mundial. Con este gol, transformó en anécdota aquellos penales errados contra Colombia, que tantas veces le refregaron por la cara sus detractores. Esos que aún hoy cuestionan, sin fundamentos, las cualidades de un futbolista que hizo más de 200 goles con la camiseta de Boca.
Ante tamaña hazaña, ante semejante demostración de autosuperación y ante tan rotundo gol que roza lo épico, lo demás resulta anecdótico.
Tal vez a pocos le importe que Romero estuvo otra vez a la altura de las circunstancias y la pilcha de arquero titular le sienta muy bien, sacando un par de bochas más que comprometidas.
Que la experiencia de Schiavi le acercó orden a la defensa (más allá de la desconcentración generalizada en el empate peruano).
Que Mascherano fue otra vez la figura del partido.
Que Messi jugó uno de sus mejores partidos con la camiseta albiceleste, gracias a que encontró en Aimar a un socio más que interesante y a que jugó más en equipo (lo que se le pedía, al menos desde este espacio, desde hace muchotiempo).
Que resulta muy positivo el regreso del nombrado Pablo Aimar, intacto física y futbolísticamente, autor de un pase gol estupendo en el 1 a 0.
Que Angel Di María demostró que puede ser titular.
Que Jonás Gutiérrez fue una pieza importante en la recuperación del balón.
Que Gonzalo Higuaín tuvo un debut oficial soñado en la Mayor, con gol incluído, más allá del par de situaciones que desperdició.
Que Emiliano Insúa es el 3 que el equipo estaba esperando y el Pocho Insúa no desentonó cuando le tocó entrar, justo cuando las papas quemaban.
Lo más importante es que la selección argentina está muy cerca de clasificarse de manera directa a Sudáfrica 2010, algo que logrará al menos con un empate en Montevideo.
El equipo conducido por Diego Maradona mereció ganar por una diferencia más holgada.
Pero si hubiera sido así, no se hubiera celebrado como se festejó.
Desde anoche, Martín Palermo tiene un relato más para contarle a sus nietos. Porque sólo él sabe convertir tristezas en alegrías. Desilusiones en ilusiones. Imposibles en posibles y goles en hazañas, porque contagia a la distancia con esas lágrimas de emoción, porque seguramente irá por más el miércoles y, por qué no, en menos de un año, en Sudáfrica.
El gol de Palermo, en la voz de Víctor Hugo:
Los goles del partido, relatados por Mariano Closs:
Está más que claro que el del sábado ante Brasil no es un partido más. Ni para la selección argentina, ni para Diego Maradona.
El actual técnico del equipo nacional jura y perjura que lograremos una victoria en Rosario, que «si ganamos estamos en Sudáfrica» y se ha escuchado decir a Javier Zanetti que «un triunfo nos dará un gran impulso anímico para lo que viene».
Sin embargo, nadie ha oído hablar a los protagonistas, ni ningún periodista se ha animado a preguntar qué pasa si Argentina pierde ante Brasil, una situación probable en cualquier ámbito, en cualquier momento histórico, en cualquier torneo y en cualquier partido.
Como todos sabemos, el fútbol tiene tres resultados posibles: ganar, empatar y perder. Y este sábado, o en cualquier otro partido que uno vea o dispute, de cualquier deporte (salvo el básquetbol y algún otro donde no hay igualdad), no será la excepción.
Que quede claro que quien esto escribe cree que el sábado la Argentina gana, que estando entre la espada y la pared, el equipo va a reaccionar, que puede ser la gran noche de Messi, agrandado aún más por jugar por primera vez en su ciudad y ante su gente, y que tal vez Palermo sea la carta ganadora, gracias a sus certeros cabezazos ante la eternamente floja defensa verdeamarelha, y amparándose en que no sólo tiene de hijos a los brasileños, sino que a lo largo de su carrera siempre ha convertido goles importantes y decisivos, que en la última década le han dado a Boca títulos nacionales e internacionales.
¿Pero es tan dramático pensar que si no le gana a Brasil la Argentina se queda afuera de Sudáfrica 2010?
En la parte anímica será, sin dudas, un golpe duro. Sin embargo, lejos de generar roces y rispideces, el 1-6 ante Bolivia ha unido al plantel más que nunca. Entonces, ¿por qué ahora eso cambiaría?
A partir del domingo quedarán tres partidos de eliminatoria: Paraguay afuera, Perú adentro y Uruguay de visitante. Los tres partidos son «ganables», al igual que el del sábado. Lo mismo que un hipotético repechaje contra un equipo de la Concacaf.
Tal vez lo más importante del clásico contra Brasil sea el cómo y no el cuánto.
Será una gran ocasión para ver cómo actúa este plantel ante un rival de jerarquía (nada menos que el pentacampeón del mundo) y un momento para analizar «dónde estamos parados».
Si se gana, seguramente se desatará una fiesta en las afueras del estadio, a menos que los hinchas rosarinos sean millonarios y puedan pagar las bochornosas cifras de las entradas ($100 la popular).
Lo más importante del sábado es que Maradona encuentre el equipo, que los once que salgan a la cancha dejen todo y que hagan el mejor papel posible.
Habitualmente, eso desemboca en un triunfo. Aunque siempre hay que tener en cuenta que el fútbol es impredecible, que el rival también juega, que puede hacerlo mejor que nosotros, y que también quiere ganar.