Cuando en los primeros minutos de hoy, el director español Pedro Almodóvar anunciaba, junto a Quentin Tarantino, que “El Secreto de sus Ojos” era la elegida para quedarse con el Oscar a la Mejor Película Extranjera, seguramente Diego Maradona habrá esbozado algo más que una sonrisa.
Ocurre que la consagración de la gran película dirigida por Juan José Campanella le permitió al cine nacional alzar su segunda estatuilla de la Academia de la historia, algo que sólo había ocurrido en… 1986, justamente cuando la selección argentina, con el 10 en la cancha, logró su última copa del mundo.
Entonces, quizás Maradona haya estado viendo la ceremonia y hasta haya relacionado lo que pasaba en Hollywood con lo que puede ocurrir en Sudáfrica en menos de 100 días, e incluso con su propia vida.
Porque Diego sabe que la copa es “Preciosa”, y que alzarla es “Un sueño posible”. El quiere nuevos héroes, que estos futbolistas logren “La Joven Victoria”, aunque no terminen “Invictus”. Todo para que no sean recordados como unos “Bastardos sin Gloria”.
El trabajo del DT de aquí hasta el 12 de junio es motivar a sus elegidos para que lleguen al debut contra Nigeria bien arriba en sus rendimientos. Bien “Up”.
Aún se sigue preguntando cómo hacer para que Messi sea con la camiseta argentina el mismo que con la de Barcelona. No entiende cómo una misma persona pueda tener dos personalidades tan diferentes, como si el que juega con la casaca del club catalán sea un “Avatar” del Lío albiceleste.
Pero Maradona también es un agradecido a la vida y “al barba”, porque después de “Vivir al Límite”, logró gambetear a la muerte y consiguió que su “Loco Corazón” siga latiendo.
En el fútbol, como en los Oscar, cualquier cosa puede pasar. Pero “En el imaginario mundo del Doctor…”, lo último que se pierde es la ilusión.